Vigilia: conjeturas sobre la ilusión
María Beleña
Vigilia: conjeturas sobre la ilusión
PARATEXTO
VIGILIA: CONJETURAS SOBRE LA ILUSIÓN
¿El ave duerme, espera, se protege de la realidad, muere, o todo a la vez? Entre la confusión, la extrañeza y el asombro, este libro. ¿Qué se es cuando no lo sabes? ¿Cómo sobrevivir y «sobremorir»? En la vigilia, entre el sueño y la conciencia, los poemas, concebidos desde una sintaxis emocional, se encuentran en un «círculo de silbo gomero». «La vigilia tiene su origen en las fantasías desveladas. Mientras se duerme, todo cuerpo sensible es capital esperanzador en su no decir». María Ángeles Pérez López escribe: «Una alegría casi primitiva y muy fuerte la primera vez que leí Vigilia: conjeturas sobre la ilusión».
María Beleña sesga lo real, subvierte la norma. En este libro los altares se erigen desde lo doméstico, desde lo rural, dejándonos suspendidas entre «neblinas que obligan a forzar la visión». Parece que el cuerpo es más cuerpo cuando no se necesita y las preguntas se «lanzan danzan», rebotan como un estribillo, un recuerdo o un amor. Metamorfosea el rostro del pronombre: «tú opuntia ficus», «Tú gallineta», «tú clorita»… Un paisaje remendado como encaje de bolillos, en vaivén, con «puntospiedras» que nos hacen tropezar, atragantarnos, revelar las tensiones entre lo sensible y lo inteligible y así, abrirnos a su particular albura. Intertextualidad, juego, pensamiento. «Un libro que escribe y borra, que entrega y vela, (…) insólito, por eso nada resulta imposible».
LO TURBULENTO, TORBELLINO, TREMOLACIÓN DE
TIEMPO ENTRE LA BOCA. EPÍLOGO
QUERIDA María:
2. NO recuerdo adónde iba, de dónde venía, en qué viaje me había embarcado, pero sí una alegría casi primitiva y muy fuerte la primera vez que leí Vigilia: conjeturas sobre la ilusión, su creatividad, el modo en que me permitió dudar de si la fiebre la había causado el aire acondicionado o el modo en que las páginas aparecían y volaban, inventando su propia forma (primero, el tablero del juego, luego el marco corporal y conceptual de cada juego, su risa y sus preguntas, sus dikekes, los tantos filos textovisuales en los que somos vigilia contigo, en esa enramada y sus entres).
3. HAY piedras que caminan en este libro insólito y por eso nada resulta imposible, ni falta que hace, ni cláusula o contrato que hubiera de firmar. Y sí, en este libro caminan las piedras, al menos en una de sus letras, la que la dice en femenino que es grumo y potencia a lo aristóteles para constituir otras realidades también grumo y potencia de la que brotarán las formas (¿otras formas?) (¿todas las formas?).
4. PIEDRAS pero no todas, ni todo insecto, ni toda conmoción. Resultaría ilegible como las montañas más altas, los senos más pequeños, el interior de las calcificaciones que quedaron alojadas en el riñón (del cuerpo, del mundo). Y ante la tanta herida, hacer de lluvia para conspirar un pacto 78 (…) Un tipo de capricho filosófico [occidenpatriarcal] que propicia la voluntad de aquietarnos y escribir (sentir) con Safo y Varela, con Alejandra Pizarnik, Marguerite Duras y Anne Carson…
5. SIN porque es sino pero también sinécdoque, saberse indistinto y a la vez parte: esa pasión y su paradoja. En la vigilia, alguien vigila el modo de la pobreza, el modo en que podrá construir su propia historia. Porque no hace otra cosa con los átomos que le han sido dados. Se es lo rural: zanja, vaca, onomatopeya feliz sobre las hojas. Se es lo genealogía: lo que es sobre todo escucha, un ritmo que va de algún endecasílabo o alejandrino a una respiración sincopada o ágil que resuena entre cuerpos sonoros y palpitaciones de lo orgánico y de lo inorgánico. Pulsaciones, imágenes dándose en lo casi vivo como marea y noche no asustadiza que se aproxima a las fotografías en movimiento.
6. CAMINO. Así Vigilia. Así toda vigilia. ¿Así? Caminan los poemas, no terminan, la palabra de uno abre la de otro, o bien las palabras se descomponen en morfemas que permiten varios modos de lectura, simultáneos y a la vez sucesivos, como la vida que es sucesiva y simultánea y nos reta con su modo de atravesarlo todo (hasta que deja de atravesarlo y deja también de lado la palabra todo). Y al caminar, hay palabras que se unen, se repiten, se cortejan. Brota una conciencia de lo material desde las mismas entrañas de toda vigilia deseante: eros ante el linaje del lipoma y la naturaleza que viene en tragaluz. Algo que me atrevo a llamar, casi con tus propios versos, gusto gutural.
7. Y MÁS CAMINO. También en la carencia. Porque leer es escribir con, de un modo secreto e invisible, a menudo invisible, que de pronto puede hacerse distinción y carnadura en un libro como este, un libro que escribe y borra, que entrega y vela, que evita la falsa percepción de que la vida es legible o representable, que se acerca a ese espacio que Paul de Man y Jacques Derrida atendieron: lo ilegible que se nos aparece en lo legible.
8. CUANDO vuelvo a leer Vigilia: conjeturas sobre la ilusión, me sorprenden la albura y la corteza, quizás porque yo misma estoy embarcada en una pieza de madera del artista Manuel Pailós, y me doy cuenta de que es el deseo el que nos desliza de un lugar a otro sin que sepamos cómo. Y que si toda madera es hija de la contradicción, también el pájaro carpintero que fotografió Kate Breakey y luego pintó a mano es un pórtico de aire al fondo del lenguaje. No hay cómputo despiezado sobre la escena sino lo que vendría a traer la miaja, el corte que la navajita despieza y no es un cuerpo sino un texto, su miga casi transparente. La palabra pero también la frase, saltando sin red (sin la estricta red gramatical, que es esqueleto pero también osario) porque se han tendido hilos junto a varios cauces de agua y se sigue un curso que aloja otros muchos. Que aloja.
9. HAY MÁS CAMINO. Caminos abiertos, como si el poema fuese resonancia, lo que vibra en palabras sorprendidas (la tolvanera en bucle a pozos de índole genital, o el carrizo y la masiega en la salud del lugar, o golismera, grillo y garrapatas en su felicidad sorprendida, y así querría seguir rimando pero debo dejar de hacerlo).
10. EN LA LUZ INCENDIADA DE LAS CALCINACIONES. Habrá que forzar la visión, saber que toda danza (todo poema) es siempre cosa al menos de dos y en el baile del lenguaje atisbamos la vida y la casi vida. Aunque nieble. Aunque. Para que el libro concluya pidiéndonos que unamos los trazos en que se desmiente todo lo que creímos saber (ah, no, que no se trataba de saber sino de ser, de volver a ser). Cuéntense las vértebras del idioma e imagínense cartílagos casi sueltos, soñando sueltos, pero con esa cuerdita necesaria en toda cometa que permite a la poeta alzarla y saberse, sabernos (serse, sernos).
11. PARA DECIR GRACIAS por tanto lenguaje turbador y turgente. Torbellino. Tremolación de tiempo entre la boca.
María Ángeles Pérez López
QUERIDA María:
2. NO recuerdo adónde iba, de dónde venía, en qué viaje me había embarcado, pero sí una alegría casi primitiva y muy fuerte la primera vez que leí Vigilia: conjeturas sobre la ilusión, su creatividad, el modo en que me permitió dudar de si la fiebre la había causado el aire acondicionado o el modo en que las páginas aparecían y volaban, inventando su propia forma (primero, el tablero del juego, luego el marco corporal y conceptual de cada juego, su risa y sus preguntas, sus dikekes, los tantos filos textovisuales en los que somos vigilia contigo, en esa enramada y sus entres).
3. HAY piedras que caminan en este libro insólito y por eso nada resulta imposible, ni falta que hace, ni cláusula o contrato que hubiera de firmar. Y sí, en este libro caminan las piedras, al menos en una de sus letras, la que la dice en femenino que es grumo y potencia a lo aristóteles para constituir otras realidades también grumo y potencia de la que brotarán las formas (¿otras formas?) (¿todas las formas?).
4. PIEDRAS pero no todas, ni todo insecto, ni toda conmoción. Resultaría ilegible como las montañas más altas, los senos más pequeños, el interior de las calcificaciones que quedaron alojadas en el riñón (del cuerpo, del mundo). Y ante la tanta herida, hacer de lluvia para conspirar un pacto 78 (…) Un tipo de capricho filosófico [occidenpatriarcal] que propicia la voluntad de aquietarnos y escribir (sentir) con Safo y Varela, con Alejandra Pizarnik, Marguerite Duras y Anne Carson…
5. SIN porque es sino pero también sinécdoque, saberse indistinto y a la vez parte: esa pasión y su paradoja. En la vigilia, alguien vigila el modo de la pobreza, el modo en que podrá construir su propia historia. Porque no hace otra cosa con los átomos que le han sido dados. Se es lo rural: zanja, vaca, onomatopeya feliz sobre las hojas. Se es lo genealogía: lo que es sobre todo escucha, un ritmo que va de algún endecasílabo o alejandrino a una respiración sincopada o ágil que resuena entre cuerpos sonoros y palpitaciones de lo orgánico y de lo inorgánico. Pulsaciones, imágenes dándose en lo casi vivo como marea y noche no asustadiza que se aproxima a las fotografías en movimiento.
6. CAMINO. Así Vigilia. Así toda vigilia. ¿Así? Caminan los poemas, no terminan, la palabra de uno abre la de otro, o bien las palabras se descomponen en morfemas que permiten varios modos de lectura, simultáneos y a la vez sucesivos, como la vida que es sucesiva y simultánea y nos reta con su modo de atravesarlo todo (hasta que deja de atravesarlo y deja también de lado la palabra todo). Y al caminar, hay palabras que se unen, se repiten, se cortejan. Brota una conciencia de lo material desde las mismas entrañas de toda vigilia deseante: eros ante el linaje del lipoma y la naturaleza que viene en tragaluz. Algo que me atrevo a llamar, casi con tus propios versos, gusto gutural.
7. Y MÁS CAMINO. También en la carencia. Porque leer es escribir con, de un modo secreto e invisible, a menudo invisible, que de pronto puede hacerse distinción y carnadura en un libro como este, un libro que escribe y borra, que entrega y vela, que evita la falsa percepción de que la vida es legible o representable, que se acerca a ese espacio que Paul de Man y Jacques Derrida atendieron: lo ilegible que se nos aparece en lo legible.
8. CUANDO vuelvo a leer Vigilia: conjeturas sobre la ilusión, me sorprenden la albura y la corteza, quizás porque yo misma estoy embarcada en una pieza de madera del artista Manuel Pailós, y me doy cuenta de que es el deseo el que nos desliza de un lugar a otro sin que sepamos cómo. Y que si toda madera es hija de la contradicción, también el pájaro carpintero que fotografió Kate Breakey y luego pintó a mano es un pórtico de aire al fondo del lenguaje. No hay cómputo despiezado sobre la escena sino lo que vendría a traer la miaja, el corte que la navajita despieza y no es un cuerpo sino un texto, su miga casi transparente. La palabra pero también la frase, saltando sin red (sin la estricta red gramatical, que es esqueleto pero también osario) porque se han tendido hilos junto a varios cauces de agua y se sigue un curso que aloja otros muchos. Que aloja.
9. HAY MÁS CAMINO. Caminos abiertos, como si el poema fuese resonancia, lo que vibra en palabras sorprendidas (la tolvanera en bucle a pozos de índole genital, o el carrizo y la masiega en la salud del lugar, o golismera, grillo y garrapatas en su felicidad sorprendida, y así querría seguir rimando pero debo dejar de hacerlo).
10. EN LA LUZ INCENDIADA DE LAS CALCINACIONES. Habrá que forzar la visión, saber que toda danza (todo poema) es siempre cosa al menos de dos y en el baile del lenguaje atisbamos la vida y la casi vida. Aunque nieble. Aunque. Para que el libro concluya pidiéndonos que unamos los trazos en que se desmiente todo lo que creímos saber (ah, no, que no se trataba de saber sino de ser, de volver a ser). Cuéntense las vértebras del idioma e imagínense cartílagos casi sueltos, soñando sueltos, pero con esa cuerdita necesaria en toda cometa que permite a la poeta alzarla y saberse, sabernos (serse, sernos).
11. PARA DECIR GRACIAS por tanto lenguaje turbador y turgente. Torbellino. Tremolación de tiempo entre la boca.
María Ángeles Pérez López
NOTA BIOBIBLIOGRÁFICA
Foto de Kate Breakey
María Beleña desarrolla su labor desde la creación y la gestión con diversos proyectos, como talleres de poesía, cursos y un club de lectura. También acompaña en la creación de textos curatoriales, clínica de obra y mentorías personalizadas enfocadas en la escritura y la performance. Coeditora de la revista de poesía y arte Thalamus Magazine. Ha formado parte de diversas antologías y aparecido en revistas literarias. Creadora de videoarte, autora de cáscara (Luces de Gálibo, 2020). Vigilia: conjeturas sobre la ilusión forma parte de una investigación compuesta por videopoesía y una pieza escénica presentes en distintos festivales y revistas culturales del panorama nacional.
POEMAS
CÓMO NOS AHUECAMOS. REALIDAD, VIGILIA Y SUEÑO
1. La vigilia tiene su origen en las fantasías desveladas.
2. Mientras se duerme, todo cuerpo sensible es capital esperanzador en su no decir.
3. Durante la vigilia preexistimos, se arrebata el quién.
4. Tanto el sueño como su víspera son idénticos en animales, vegetales y minerales. Esta simbiosis desafía y convierte toda hermenéutica de la realidad en superstición y toda domesticidad en épica.
5. Dormir puede que sea una de las mayores afrentas a la noción de riqueza actual.
6. En este vigilar, los órganos sensoriales se arrebolan entre los objetos cotidianos. Estas contemplaciones se ruborizan en la memoria, es decir, la vigilia y la memoria son lo mismo: estados de transición donde la pérdida se hace necesaria para continuar recordando.
7. La ensoñación redimensiona lo real, las fantasías desveladas [que son el origen de la vigilia, que son la memoria] y los cuerpos sensibles. Tal sensación sospecha con manipulación y juego.
8. Para contar cómo fue, cómo va, cómo irán las cosas recurre a la vigilia, a lo desconocido como centro de fuerzas. No se deja someter, obra a razón de sus promesas y pasiones.
9. Atravesamos la realidad suscitada por la vigilia cuanto parpadeo se necesite. Hay quien dice que atravesamos la vigilia suscitada por la realidad con medio parpadeo.