Los prodigios del amor

Jorge Dot

Los prodigios del amor

SOLAPA

Es éste un libro que, en tiempos en que casi sólo parece legítimo hablar de lo triste, de lo difícil, de la pérdida, se atreve a recordarnos los muchos dones que debemos al amor, a la atención amorosa, porque sólo ella puede revelarnos ese "misterio", esa tercera dimensión de lo real que a menudo nos pasa inadvertida y que constituye, sin embargo, su más íntima verdad. "Estad atentos al prodigio", nos pide el poeta: porque ese prodigio es real, y puede no sólo ayudarnos a vivir, sino dar sentido a nuestra entera existencia. Pero requiere de nosotros esa atención, esa entrega, porque también, y profundamente, "la maravilla es una elección"; y pide "respeto", la humildad que es la actitud propia frente al milagro. Se nos sugiere aquí, pues, una disciplina vital, un darnos sin reservas que hace posible, sin embargo, la más honda riqueza.    

José Cereijo

Prólogo 

Supongo que Jorge Dot no añadirá otro título, de querer formar un políptico, a sus dos últimas entregas: Los trabajos de la muerte y éste de ahora Los prodigios del amor, quedándose en díptico, porque, en puridad, ya no se puede añadir más. Eros y Thanatos, un resumen total. La muerte tiene un tenor indiscutible. Sin embargo, el amor es un concepto más bien abstracto que se realiza bajo términos concretos: admiración, afecto, estimación, deseo, encariñamiento, etc. El amor es sinónimo de vida. Por eso, el díptico poético de Jorge Dot se ceñiría a la oposición muerte/vida sin precisar más. No en vano, Dot, atribuyendo al amor su condición vital, escribe que «su intimidad nos resulta fértil». 

La muerte y la vida, o la muerte y el amor, resultan ser una pareja de figurados «individuos» no tan distantes, siendo en verdad entes intercambiables. El amor es armonía, y es generosidad. Es un vasto paisaje donde todos los elementos que contiene se prestan sus bondades. El amor aspira a que toda pluralidad se torne unitaria. La muerte también se empeña en aunar todo. Se encarga de descomponer la vida, con su regla implacable, para anular las diferencias, la hermosa variedad en que el amor consiste. El amor quiere ser infinito, atemporal, en su dichoso oficio de intercambio altruista. Pero a su lado, siempre, el gran enemigo: el tiempo, gran aliado de la muerte. La muerte es la bruja que cabalga a horcajadas sobre el tiempo, sonriendo sardónicamente. Por eso Jorge Dot se expresa alarmado: «No esperes pues que el tiempo deshaga tu belleza». 

Por eso es tan difícil la duración del amor. Por eso en esa lucha, antitética, entre vida y muerte, entre tiempo y eternidad, entre color y sombra, entre son y mudez, entre disponibilidad y cerrazón, entre armonía y discordancia, el amor se puede ir desgastando. Hay que buscar la solución evitando el suceso. 

El amor no requiere de acontecimientos. Los acontecimientos son un plato echado a perder. El sabor dulce de un azúcar muy dulce es el ahora. Incluso la esperanza es temible, amenazante, pues cobija al amor no en un bien noble, sino en inseguridad. 

En el bello paraje natural, a las plantas, amándose, no las vemos crecer. La deliciosa lluvia no tiene origen ni destino, parece que levite en el aire. El amor requiere presente, afianzarse en presente para frustrar la posibilidad de malograrse. Así, el poeta hace suspirar su poesía: «El amor decide estar presente hoy Desdeñar el pasado / Y desconsiderar el futuro / Porque es ahora mismo cuando quiere / Disfrutar de tu belleza». 

¿El amor debe ser contemplación o acción? Ambas en amor pueden ser fructíferas. Al amar acaece el éxtasis placentero; y el debatirse en un supuesto logro, remar para alcanzar el culmen amatorio puede ser gozoso también. Hay un amor angelical y hay un amor humano. ¿Es el amor carnal? ¿Es el amor espiritual? ¿Es el amor pereza santa o es laborioso como la vida? Realmente ignoro si el amor debe ser concebido como una meta o es un gozoso inicio inamovible. El amor es volátil y no sé si existe o no existe. Parece cierto que define al amor el poseerlo. ¡Amor es posesión! Quizás es un proceso que deviene disfrute. Jorge Dot nos lo aclara: «Suele preceder la lluvia al amor / Como preparación del alma / Con los besos primeros // Después la carne alcanza / La virtud de tenerte». 

Se nos muestra el dilema de la presencia del amor frente a su ausencia para afirmar cuál es lo válido. El amor contante y sonante es el saldo apetecido, es el tesoro atesorado. Mas la ausencia no significa anulación sino nostalgia, resultado asimismo positivo. Nostalgia no es pasado, ni pérdida, sino el logro de un antaño glorioso sobrevenido en el presente, cundiendo en el presente, en cierta plenitud. Es el corazón del amor latiendo etéreamente, venido, engrandecido, hasta el ahora, desde una situación que fue perfecta, devenida ideal tornado en el azar de la materia. El poeta Jorge Dot da en la diana y amaina la zozobra: «El corazón efímero de la ausencia / Y el abrazo perpetuo de la carne». 

¿Es el amor oficio o es estado? Aquí lo dejo. 


Amador Palacios 



NOTA BIOBIBLIOGRÁFICA

Foto: Isabel Wagemann

Jorge Dot Saldaña nació en Tudela, Navarra, España, en 1963, hijo de Jorge y de Ramona, es fundador y presidente de la Fundación Alambique para la Poesía y miembro de la tertulia El Alambique, de Madrid, desde hace más de veintiséis años. 

Desde la Fundación Alambique para la Poesía, Jorge Dot ha desarrollado una intensa labor de promoción de la poesía a través de las revistas El Alambique, La primera piedra y Oropeles y Guiñapos, entre otras. Jorge Dot participa activamente en el Ágora de Poesía de Guadalajara y es miembro de la Asociación Navarra de Escritores – Nafar Idazleen Elkartea. Jorge Dot ha publicado poemas en las revistas Poesía por Ejemplo, Cuadernos del Matemático, La Primera Piedra, Turia, El Alambique, Traslapuente y La Revista Áurea, entre otras, y ha escrito varios libros de poesía, inéditos, Primeros Poemas, La Frontera Sensible, La Belleza de Dios, Actas de un Perro, Los Trabajos del Amor, Extraño, El Desaliento y El Placer, y ha publicado Los Trabajos de la Muerte (2021, Olifante Ediciones de Poesía) y Los Prodigios del Amor (Amar es no morir en lo que vive) (2024, Olifante Ediciones de Poesía)


POEMA

XXIX

La neblina de hoy difumina el aire 

Haciéndolo denso y turbio 

Mientras la claridad espera 

Sobre nubes y cerros 

En el amor altísimo de tus ojos

Jorge Dot