Afuera hay sol
Afuera hay sol
María José Sáenz
Solapa
En cada sombra hay un dolor que aúlla. En esta noche escrita, en su genealogía femenina, la mano escucha atenta a su deseo, esa estrella que no alcanza a nombrar, esa semilla de luz de un cielo del revés que la sujeta. En el seno del bosque algo arde en una raíz arcana que huye hacia lo abierto. Allí el poema llama a la escritura. Es haz pulsado que desciende hacia la muerte, oquedad que invita a lo desconocido y convoca al lenguaje vegetal de las ausencias. La piel enferma. El tiempo del no ser se desvanece. “Si tú no hablas, hablará tu cuerpo”, el soplo de la herida, la blancura del hueso. Por eso, en estos versos, el pensamiento ladra en un callejón oscuro, y el vacío de una caracola balbucea. En este poemario cada texto sabe que la vida es una sierpe, la órbita de un viaje en la espesura, la carencia que confiesa que estamos fuera de nosotros mismos, que ningún lugar nos pertenece y que todos somos extranjeros. Y a pesar del dolor y de la ausencia, sabe el verbo de estas páginas que Afuera hay sol, que el misterio canta cuando menos lo esperamos, y que, en la vida, la voz es un aliento vegetal, además de un fulgor que reverbera.
Celia Carrasco Gil
NOTA BIOBIBLIOGRÁFICA
Foto: Manuel Martínez Forega
María José Sáenz (Tremp, Lérida, 1953). Licenciada en Medicina y Cirugía, especialista en Medicina Familiar y Comunitaria y en Medicina Naturista. Trabaja con mujeres en grupos psicopedagógicos en los que una de las herramientas fundamentales es el análisis de textos. La poesía, en particular, forma parte de sus intereses vitales y profesionales, pues considera que la palabra, la escucha y la empatía, son pilares esenciales tanto de la medicina como de la creación poética.
Autora de números textos académicos en revistas científicas y en publicaciones colectivas, recientemente fue galardonada con el Premio de Investigación que el Departamento de Igualdad de la Universitat Rovira i Virgili otorga anualmente.
Afuera hay sol es su primer libro de poemas.
AFUERA hay sol
sobre las sombras turbias del que huye.
¿Adónde va?
¿Por qué no cesa su impulso fugitivo
que lo conduce más allá,
al centro de una oscura nada,
tan lejos del dolor y de sí mismo?
Afuera hay sol.
Detente y míralo,
escucha su cierta melodía
en tu triste corazón aún caliente,
como rumor de ángel caído o vate ciego