POEMAS

Aparición y otras desapariciones

I

LA APARECIDA

La que de no gritar se hizo silencio.

Cargada con los escombros del dolor.

No llegabas a mí para quitarme nada.

No llegabas a mí para separarme de nadie.

Llegabas con el frío en tus ojos ardiendo.

Llegabas para que el aire me oxigenase entero,

adentro, adentro.

Inteligencia, armonía, belleza, claridad.

Eras la aparecida,

cuando yo estaba a punto de desaparecer.


NO FOTOGRAFÍES LA TORMENTA

No fotografíes la tormenta.

Tremenda ahora, desaforada, enérgica.

Quieta, en papel, parecería muerta.

No fotografíes la tormenta.

Agua eléctrica, música de percusión.

En pantalla será silencio seco.

No fotografíes la tormenta

en pleno auge de desesperación.

Sobre papel será

una réplica fría de la ausencia.


CUANDO ME MUERA

Cuando me muera

no será mi desgracia que no viva,

sino dejar de verte vivir,

dejar de verte dar vida.

Cuando me muera

vive más

por ti, por mí;

más allá del gozar y del sufrir,

más allá del fin.


ANEMIA I

¡Qué anémico está el aire esta mañana!

La belleza es un espejo secreto.

La belleza tiene fecha de caducidad.

Al final la belleza es el olvido.

La belleza es infame como un cazo de sol.

Hija del tiempo, la belleza enferma,

se hace decrépita, agoniza, muere.

Apariencia y sentido la mentira no es bella,

la belleza es mentira.

Se han comido mi boca las palabras.

Decir verdad es decir vida.

Decir vida es no querer morir.


EL CONVALECIENTE

No es que tengamos poco tiempo,

sino que perdemos mucho.

Séneca. De la brevedad de la vida

Salía del hospital, volvía a casa:

la casa estaba en silencio y en calma,

la casa estaba en orden frente al caos del mundo.

Un libro abierto sobre la mesa me miraba,

esperé a entrar en el libro,

el libro me leía lejano pero al lado;

sus palabras de hielo hablaban como si el libro ardiese,

un rayo de sol entró por la ventana,

los cristales tenían gotas de lluvia seca;

las palabras lentamente se pusieron de pie,

yo deseaba regresar a mis cosas;

todo estaba en barbecho, en silencio, en calma.

Aquí me moriría, pensé.

Resucité de nuevo:

olía a eucalipto, espliego, lechetrezna.

El espacio seguía en calma;

y yo, ausente, volaba.


LA MUERTE

La muerte sabe mi nombre.

Me doy por enterado

con el miedo en el cuerpo.

Dejadme decir las cosas

como las cosas me dicen.

La muerte no hace ruido.

Todo aparece para desaparecer.

La muerte sabe mi nombre.


EL INSACIABLE

Después de haber vivido tanto tiempo

me quedan ganas de vivir aún más.

Porque está tibia la luz, sereno el cielo

y el volcán ha vuelto a entrar en erupción.

Poder diferenciar placer y sufrimiento.

Todo es vulnerable,

todo efímero, rastro, fugitivo;

y los dedos tiznados de la noche.


EL FARERO

El mar nunca descansa.

Muchos son los dormidos,

excesivos los sueños,

tantas las pesadillas,

único el despertar.

El mar nunca se acaba.


RESPIRACIÓN

Lleva el deslumbramiento a la ceguera.

Ya no te veo pero estoy mirándote

en las calles que andan por el cielo,

donde copos de miel descienden con el sol.

¡Qué viva está tu vida!

¡Qué viva está mi muerte!

Mi pecho es una lápida,

mi espalda es otra lápida:

entre las dos hay bullas.

Inhalo sólo el aire que tú espiras.

Para sobrevivir.

Y si muero a tu lado me curará la muerte.


LOS PERCEBES

El sol bebe las nubes peregrinas.

El desierto está aquí.

El mar queda muy lejos.

Piel morena y caliente

la arena siempre vuelve.

La arena enturbia los ojos.

El viento pasa páginas de agua.

El cielo mira hacia abajo

plantando cara a las olas.

Los percebes se agarran a las rocas.

Nosotros nos agarramos a la vida.


CORO CELESTE

Tanta vida hay en la muerte

que morir es la gran suerte.


LA INMORTALIDAD

Juventud a destiempo.

Comienzo sin final,

es la inmortalidad.

La muerte vive en nosotros

como una tenia, leal.

Muda, ciega, sorda,

la muerte

demuele la realidad.

Insolente pandemia

ocupada en matar,

es la inmortalidad.


CORRESPONDENCIA

Desde que no te escribo

para que no me escribas.

Tus cartas son el sol

que congela el papel.

Tu letra es una hilera

de hormigas que gatean,

relámpagos azules

que sangran del volcán.

Desde que no me escribes

porque ya no te escribo.


LOS OJOS DEL POEMA

Los ojos del poema

me aconsejan.

No leas poesía obesa,

anoréxica,

bulímica,

anémica.

Lee, escribe

el espinazo de la belleza,

el terror de la vida.

Lee.

Y escríbete.


EL TIEMPO

No busques nada de lo que perdiste.

El tiempo es la feria de los vivos.

El tiempo es el desierto del espacio,

el eco del silencio.

Todo es tiempo.

Comemos tiempo,

bebemos tiempo,

excretamos tiempo.

Más allá del tiempo sigue el tiempo.


REINO DE LAS SOMBRAS

La claridad, la claridad, qué oscura

trepanación del silencio.

Premonición del trueno

en su relámpago.

Todo está claro:

nosotros somos lo oscuro.


IMÁGENES, SENTIDOS

Que me digan qué templo hay en tu busto,

qué palacio sustentan tus cariátides,

qué biblioteca guardas en tus dedos,

qué museos te habitan la mirada,

qué sonata interpretan tus oídos.


EL VENDAVAL

Sobre la noche se abalanza el sol.

Como un rayo de luna

raya el diamante.

¿Cuándo hablará la tempestad?

¿Cuándo traducirán las llamas?

Cuando ruja el vendaval.


LA OBRA

Todo lo que aparece se presenta.

Lo que desaparece se despide.

La vida es una representación.


SER

Que el cante flamenco enmudezca al verte

no puede ser.

Pasión y vida por fuera, ceniza y muerte por dentro

no puede ser.

Que el cuerpo se aje

al mirar en mis ojos

el prado verde

no puede ser.

Que el cielo no se hunda cuando te hundas tú

no puede ser.

Que los muertos de mi vida se aparezcan ante ti

puede ser.


JOYAS SENCILLAS

Montaré para ti una pulsera

con gotas de lluvia y granos de arroz.

Mostrarás esa joya al sol como regalo de boda:

la boda de estos versos y su música,

la boda del horizonte y de la altura.

Trilla con las uñas la arena de tu playa

y mira ese volcán donde dejé mis ojos.

No puedo amarte más, te dije en un bancal.

No puedo amarte mejor que en estos versos.


VIVIR SIN SABER NADA

Vivir sin saber nada.

Morir cuando quería todavía vivir.

¿Dónde estará la luz que no nos ve,

la luz que aún nos mira,

que se dobla cuando a través de ella

vemos y nos miramos?

¿Dónde estará el silencio incandescente

de tus escalofríos?

¿Dónde estarán las plantas y animales

que nos abandonaron?

Todo lo que tengo es nada

nada quiero retener.

¡Ardo lo mismo que una chispa inflama el aire!


ME QUEDO

No me despedí,

no me fui.

Me quedaba quieto

a la sombra embriagadora

en el pueblo pequeño

de Trasmoz.

Ya no soy de la tierra,

del cielo ni del río.

Soy del sol,

soliloquio que abrazo

como a una medalla,

como a un crucifijo.


EL POEMA

A veces el poema llega a mí

lo mismo que un potro desbocado,

como la noche en llamas

bajo la tormenta,

la solemne majestuosidad del rayo

o la jauría hambrienta, desatada,

polvo de ruido, carga de granizo.

Agua que lava, destroza, inunda.

A veces el poema es la cascada

dentro de la cabeza.


VERDADES Y MENTIRAS

Hay verdades que mienten.

Hay mentiras que dicen la verdad.


AVISO

Me voy, me voy.

No me busquéis.

Me voy para volver.

Me voy, me voy.

Me voy para quedarme.


LUTO UNIVERSAL

Yo nací el mismo día

que se murió mi madre.

Un veintiséis de agosto.

Las amapolas eran coágulos de sangre.

Subía la canícula

del fondo de la tierra

y bajaba la luz, a gatas, desde el sol.

Volaban avutardas y murciélagos.

Yo nací una tarde de bochorno,

un día interminable

de luto universal.

Brillaban los campos de lavanda.

Yo nací el mismo día

que se murió mi madre.


II

DEL PUEBLO DE MI INFANCIA

En Uncastillo, el pueblo de mi infancia,

todo olía a orfandad, a vejez,

a sepulcro, a juventud en llamas.

Todo olía a viático, a cocina

de carbón o de leña.

La calle olía a madera húmeda, a horno.

La casa familiar, a ropa limpia,

a orines de perro, burro, gato,

a piezas de jabón apiladas en torres;

a sudor, tierra, lluvia,

a sacos y talegas, a arpilleras,

almendras, nueces, higos.

Todo olía a pan, a tortas,

vino, arroz, aceite, otros ultramarinos,

albarcas, hoces, alpargatas.

Todo olía a laurel, a cereal, a fruta,

a piedra de sillería, a campanas,

a monumentos románicos y góticos.

Todo olía en el pueblo a castillo e iglesia.

Aquellos días que te escribí estos versos:

“Si tú te vas, el sol se irá contigo.

Si tú te vas, el mundo está vacío.

Si tú te vas, todo me lleva a ti.”

Todo olía a la vida.

Todo olía a la muerte.

Todo olía a la vida y a la muerte.


CADA CASA ES UN ALMA

Cada casa es un alma que nos llama.

Hay mundos que tardan en ser vistos,

pero deslumbran cuando ya se ven.

Cada casa es un alma que nos llama.

La ciudad está viva si la vives

porque la vida de la ciudad nace de ti,

sus luces y tus sombras nacen de tu asombro.

Cada casa es un alma que nos llama,

el mundo es un teatro, el teatro es un templo,

y ese templo es un monasterio.

Gotas de sol, de sal, andamios de los aires

con su abrazo de puertas y ventanas.

Cada casa es un cuerpo y es un cerco

cercano al infinito.

El viento es una voz que se esconde en el humo.

La posesión, la soledad, los celos.

El color, el olor, el dolor.

Y el viento es esa voz que se eclipsa en la niebla.


AMANECER CON LLUVIA

Bueno es saber sin saber que se sabe.

Saber es la riqueza de lo que no se tiene.

Amo este día gris. Es un hueso de aire

que roe el aire.

Llueve como una letanía.

¿Qué me dice esta lluvia?

Llueve, extiendo las manos

con las palmas hacia arriba.

Recojo vida en ellas. Llueve.

¿Tiene sombra la nieve?

¿Y el granizo y la lluvia?

¿Tiene sombra cada pétalo

de la orquídea?

¿Y el perfil delicado del filo de una estrella?

Como un estribillo interminable llueve.

Y esta agua constriñe la esponja de mi corazón.


LA PUERTA DEL POEMA

Este verso entreabre la puerta del poema.

¿Quién enmarca con clavos

las sombras de una vida?

¿Qué hace espectacular

la niebla entre los labios?

¿Por qué la lucidez

emborrona las sienes?

Despliego una nube por mantel

y desdoblo por sábana una ola.

La lámpara de día es el sol,

lamparillas de noche hay en tus ojos.

Ventanas giratorias son los versos no escritos.

Las sombras de una vida esclarecen la vida.


BECQUERIANA

La luz que miro es tan clara

que dentro de ella estás tú.

El aire que respiro es tan limpio

que dentro de él estás tú.

El agua que bebo es tan transparente

que parece que esa agua seas tú.

El fuego que me calienta es tan rojo

que creo que es tu sangre hecha sol.

Las piedras del camino

se ablandan cuando las pisas tú.


TU CUERPO

Ha llegado tu cuerpo,

lento como un somnífero,

cuando ya me marchaba.

Mágica transparencia de piedra:

dame tu luz oscura,

doma el grito de los astros

mientras te miro,

muro de hélices claras,

maraña de agua y lava.

Ha llegado tu cuerpo,

bello y alto igual que un eucalipto.

Y ha llegado tu alma,

hecha de arroz y harina,

hecha aire,

hasta mi alma, engrasadas

las hélices del viento,

las bielas de la música triunfal.

Donde los actos mueren,

irrumpen los deseos

y se quedan.


MANUAL DE SOLEDAD

Estás solo.

Todos

estamos solos.

Como el sol.

Sólo tu sombra

te acompañará

hasta el final.


EL DESOBEDIENTE

No esperé más.

Me levanté y ascendí

el calvario de aquellas escaleras.

Recé.

Me habían dicho no fumes,

y yo seguí fumando;

me dijeron no bebas,

pero seguí bebiendo;

me dijeron no llores,

yo lloré aún más.

Y me ahogué en mi propio llanto.


EL SUEÑO DE LA MUERTE

El sueño de la muerte

no es otro que la vida.

He soñado con mi muerte.

Ha sido un sueño agitado.

Llevo un león en los brazos.

Llevo un fogón en los ojos.

Llevo el sol en la cabeza.

Una tormenta en la frente.

Un tigre en el corazón.


ANEMIA II

¡Qué anémico está el aire esta mañana!

Parece un monocromo de Manzoni

mi rostro sin color.

No es personal mi sangre, es colectiva.

Han escrito mis poemas

todas las sangres que me transfundieron.


CONTRA EL MIEDO

Serénate, no temas.

Donde acaba la tierra

comienza el cielo.

Cuando termina el desierto

empieza el mar.

Después de la oscuridad

llega la luz.

Cuando asustas al miedo

se desata el valor.


LA AUSENCIA

La ausencia es ese hueco

que dejan los desaparecidos,

los que se fueron sin decir adónde,

los que se fueron y no volverán.


¿CUÁNTAS dosis de adiós

¿CUÁNTAS dosis de adiós para partir?

¿Cuántos huecos de ausencia para no regresar?


EL SEPULTURERO

He conocido a mi sepulturero,

tan joven que podría enterrarme cuatro veces.

Hemos hablado de la vida en el pueblo

(de la vida)

paladeando unos vinos.

Cuando nos despedíamos me restregó al oído:

seré amable

y le echaré la tierra con las manos.


COMO me marcho yo

COMO me marcho yo,

os marcharéis

para llegar

a vosotros mismos.


CÓNCLAVE

¡Qué soledad más sola

estar ausente

de todo lo que está a mi alrededor!

¡Qué alrededor más próximo,

asfixiante!

¿Por qué te vas

cuando sabes que llego,

si es lo mismo partir

que regresar?

¡Qué soledad tan sola

estar aislado

como el río en el cónclave del mar!


HACE falta

HACE falta silencio para escuchar.

Hace falta silencio para hablar.

Hace falta vida para vivir.

Hace falta amor para amar.

Hace falta vida para morir.


QUIERO que canten

QUIERO que canten tus ojos,

los oigo hablar con su voz.

Dicen todo lo que miran,

callan todo lo que ven.

Cantan, hablan, dicen, miran.

Quiero que canten tus ojos

y no me dejen de ver.


LO QUE DEJAMOS

Llévate todo. Pero no te lleves

los recuerdos ni la melancolía.

Lo que dejamos nos persigue siempre.

Nos alcanza siempre.

Siempre nos acompaña,

¡para salvarnos o atormentarnos!


EL LLAVERO

Qué cosas tiene la vida,

qué cosas las que no tiene:

la llave de la vida.


EL CUERVO

Cada vez siento más cerca

el cuervo de cuatro ojos,

cada vez.

Plegado sobre mí mismo

cada vez tengo más miedo.


HOMO VIATOR

Hay un lugar.

No sé de dónde vengo.

No sé adónde voy.

Soy un hombre de paso.

Hay un lugar.

He de llegar allí.

Para quedarme.


LA ARTILLERÍA DEL VIENTO

¡Contempla el desembarco de las nubes!

La tormenta la llevamos dentro.

¡Prepárate para el viaje inmóvil!


DEPENDENCIA

Si tú no estás yo no estaré conmigo.


TÚ me lo dirás

me lo dirás todo

en voz baja o dando gritos.

Todo me lo dices tú,

tú eres la voz del silencio.

Si no me hablas me confundo,

tú eres la luz del mundo.


ERAN las noches

ERAN las noches bajo los milagros,

las noches de las nieves escarchadas.

Eran las noches blancas, encendidas,

mudas de estupor de las centellas.

Cruces, por donde vais, dejáis espinas,

espinas que se clavan en el hierro,

en el hierro oxidado de los muertos

de los muertos que mueren por vivir.


LO EFÍMERO

Venga lo que venga,

por mucho tiempo

no se quedará.

Por mucho que se quede

yo estaré ya de vuelta,

o no estaré

por mucho que me vaya.

Vendrá, se irá:

mudable, como todo.

Porque todo se va

para cambiar.


MISERICORDIA

Por todo lo que recuerdo,

por todo lo que olvidé.

Por todo lo que he hecho

y he dejado de hacer,

misericordia, Señor,

misericordia.

Por todo lo que he deshecho

y volveré a deshacer.

Por tantos pasos mal dados,

por tantos malos deseos,

misericordia, Señor, misericordia,

porque sé que peor

lo puedo volver a hacer

y, de hecho, lo haré.

Perdóname, perdóname.


RUEGO AL DESTINO

Dame tranquilidad.

Déjame en mí y llévatelo todo.


Cuando me veas

Cuando me veas dormido

en la fotografía, dentro del ataúd,

tal vez querrás traducir mi silencio.

No existe diccionario de silencios,

pero existen diccionarios de recuerdos.